Mídaselo como se lo mida, el verano de 2017 ha sido inusitadamente difícil para la Iglesia Católica.
En el curso de apenas unas pocas semanas en junio y julio el Vaticano ha sido golpeado por los supuestos delitos financieros de administradores de su hospital de niños; el polémico despido del prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe; la tormenta legal que enfrenta el cardenal George Pell, principal asesor financiero papal, por acusaciones de abusos sexuales en Australia; casos adicionales de pedofilia por sacerdotes en varios países, y la redada por las fuerzas de seguridad vaticanas de una orgía de homosexuales con cocaína en la residencia de un importante prelado y aliado del papa Francisco.
Varios de esos escándalos han sido cubiertos extensamente por las principales cadenas noticiosas de televisión de Estados Unidos pero otros, al menos por ahora, han sido pasados por alto completamente. Por ejemplo, todas las cadenas nacionales principales han cubierto las tribulaciones del cardenal Pell, pero ninguna ha informado sobre la orgía de la cocaína en un edificio justo al lado de la basílica de San Pedro.
Tomemos el caso de la principal cadena de televisión en español, Univisión. Fiel a su cobertura casi obsesiva de todos los casos de pedofilia, el 14 de julio encabezó su noticiero vespertino principal con noticias de uno de esos casos en un orfanato en México.
MARÍA ELENA SALINAS, PRESENTADORA, UNIVISIÓN: Estos son los titulares... Un sacerdote es el centro de otro escándalo que involucra grave abuso de menores en un orfanato en México que estaba a su cargo. Las investigaciones indican que violó a las niñas.
Univisión, al igual que otras cadenas de televisión de Estados Unidos, tiene una cantidad importante de católicos en su audiencia, de manera que las noticias sobre escándalos en la Iglesia Católica son obviamente de interés legítimo y tienen valor noticioso.
Pero el silencio de las cadenas sobre la salida súbita del cardenal Muller de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y especialmente su silencio sobre el lascivo escándalo que rodea a un prominente monseñor que es secretario de uno de los colaboradores más estrechos del papa Francisco, es más probablemente otra indicación de la proclividad de la prensa a agrandar los escándalos que se perciben como particularmente dañinos para los defensores conservadores de la Iglesia, mientras ocultan bajo la alfombra los que son perjudiciales a los líderes o agendas liberales en la misma institución.